Piñera sobre educación gratuita: “Chile no está
posibilitado de alcanzar esa meta”
1 de octubre de 2011 - 15:13 |
Por: El Dínamo
El Presidente dijo que no sería
justo que los pobres financiaran con sus impuestos la educación de los sectores
de mayores recursos.
A
cuatro días de que se concrete el segundo encuentro del gobierno los
estudiantes que abordará principalmente la demanda de educación gratuita del
movimiento, el presidente
Sebastián Piñera cerró completamente esa posibilidad al señalar
que Chile no puede ofrecer ese sistema.
Según
informa La Tercera, Piñera dijo que “no
ha asumido la causa de educación gratuita por dos razones. Primero, porque
Chile no está posibilitado de alcanzar esa meta. Pero en segundo lugar, porque
no es justo que con los impuestos que pagan los más pobres de nuestro país
estemos financiando la educación de los más ricos”.
El
mandatario dijo que el camino es reforzar la entrega de becas. Y en ese sentido
anunció la generación de una beca que busca financiar al 40 por ciento de los
hogares más pobres del país, con el fin de reducir las brechas de ingreso a la
educación superior.
Las
palabras del mandatario fueron antecedidas por las declaraciones del ministro
de Hacienda. Felipe Larraín, quien en la semana también planteó que sería
injusto entregar educación gratuita para todos los estudiantes y que, además,
el país no está en condiciones de cubrir esa demanda.
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Chile
destaca por no tener educación superior gratis
16 de junio 2011, por Claudia
Maldonado
Chile es uno de los pocos países latinoamericanos donde la
educación superior pública no es gratis. Y además está entre las naciones con
peor acceso a ella. Lo llamativo es que, pagadas y todo, las universidades
chilenas más prestigiosas no superan a las gratuitas de México, Argentina y
Brasil en los rankings internacionales.
Estudiar
Medicina en Chile cuesta por lo bajo 30 millones de pesos, sólo considerando
los pagos de matrícula y mensualidad durante los siete años que dura la
carrera. En Cuba, estudiar Medicina es totalmente gratis.
Por
otra parte, el sueldo de un médico en Chile los primeros años después de
titulado está en torno a los dos millones de pesos; en Cuba, su sueldo no
supera los 14 mil pesos chilenos.
Son
los dos extremos de una realidad educacional tan heterogénea como es América
Latina.
En
medio de estos dos polos, existen desde una Venezuela que intenta asemejarse a
la isla comunista hasta una Colombia donde cada estudiante paga de acuerdo al
ingreso familiar, pasando por una Argentina donde conviven universidades
públicas gratuitas y otras privadas cuyos costos son similares a las
instituciones chilenas.
"La
verdad es que acá el que no estudia es porque no quiere, no porque no
pueda", comenta Francisco (25 años), joven chileno que se fue a estudiar
cine a Argentina. "Es un poco extremo ponerlo en esos términos, pero para
la clase media es así. Por ejemplo, para entrar a la Universidad de Buenos
Aires (UBA) hay que anotarse en el CBC, que es un ciclo básico. Ese es el
verdadero filtro, si apruebas el CBC ya comienzas a cursar la carrera que
elegiste".
"de garage"
Lili
Paternina, académica de la Universidad Cundinamarca de Colombia, cuenta que en
su país "a las universidades del gobierno se ingresa por méritos, mediante
una prueba de admisión bastante difícil".
Las
carreras son pagadas, pero "de acuerdo a la declaración de renta -lo que
en Chile se conoce como arancel diferenciado-, lo que permite el acceso a los
buenos alumnos, independiente de los ingresos familiares".
En
cuanto a las universidades privadas, Paternina sostiene que hay algunas de
excelencia y otras que son un negocio. "Hay universidades de garaje, que
las ponen en una casa y a duras penas tienen una aprobación mínima, pero no
están acreditadas".
¿asunto de cALIDAD?
La
diferencia en los precios no tiene incidencia en la calidad de las carreras que
se imparten. Por ejemplo, el prestigio de los profesionales cubanos,
especialmente del área de la salud, es reconocido en todo el mundo.
En
el ranking mundial de universidades (Academic Ranking of World Universities) la
institución latinoamericana que ocupa el mejor lugar es la U. de Sao Paulo
(Brasil), gratuita y estatal, que se encuentra en el rango 101 a 150. En ese
mismo ranking, la U. de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile
(PUC) están en el rango 401-500, por debajo de la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM) y la UBA, ambas públicas y gratuitas, en el rango 151-200.
problema de acceso
Chile
no sólo destaca por no tener gratuidad en la educación superior. También por el
bajo porcentaje de jóvenes que acceden a ella. Según estudios de la Comisión
Económica para América Latina (Cepal) el país está en el quinto lugar con el
peor nivel de acceso a la formación postsecundaria, con sólo un 30% de los
jóvenes entre 25 y 29 años que asisten a ella (ver gráfico).
Al
respecto, la oficial de asuntos sociales de la División de Desarrollo Social de
la Cepal, Daniela Trucco, explica que en América Latina "el sistema de
educación superior es sólo para unos pocos, para una proporción menor de la
población, para los que han nacido en hogares más favorecidos".
Trucco
considera que "lo que queda por hacer está relacionado con más inversión
pública, pero también con más estrategias de fortalecimiento de la enseñanza
básica y secundaria, además de becas para financiamiento de vida. Porque no es
sólo pagar el arancel universitario, hay chicos que tienen que trabajar porque
si no, la familia no come".
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“Educación
gratuita”
Prolegómenos. Hace algunas semanas, el
Presidente de la República señalaba, para descontento de la “progresía” en
general, que la educación era un bien
de consumo. Frente a las airadas reacciones de los estudiantes y
ciudadanía, hubo de recular, morigerando sus palabras a la vez que varios de
sus colaboradores salían a resolver el entuerto interpretando los dichos de
Piñera de manera más “amigable”.
Así, uno de ellos señaló que
técnicamente lo que había querido significar el mandatario era que siendo un
bien de consumo como cualquier otro, el consumidor (cliente, estudiante), podía
elegir y otro explicó que no había tanta diferencia entre una lata de Coca-Cola
y la educación.
Otro destacado economista reparó
en el hecho que la comida, algo mucho más fundamental que la educación tanto
lógica como cronológicamente, era un bien de consumo y no gratuito y que nadie
había propuesto hasta el momento, que el Estado debiese regalarla.
Sin desconocer la veracidad de
las ideas contenidas en las declaraciones reseñadas, parece extraño que ninguno
de los comentaristas del Jefe de Estado haya reparado en lo esencial. La
Educación, si bien es cierto puede ser un bien de consumo, es ante todo una inversión.
Este “descubrimiento” que para
muchos puede parecer baladí y evidente, implica una serie de consecuencias que
deseo analizar en esta columna.
Educación.
¿Bien de consumo, inversión o ambos?En primer
término, es menester distinguir entre un bien de consumo y uno de inversión,
señalando sí, que la diferencia no es radical y tiene mucho más que ver con la
intención del ser humano que con la cosa misma.
Algunos podrán decir que la
diferencia es incluso arbitraria. Así, un camión será usualmente un bien
destinado a producir otros o una renta, una inversión, como cuando lo
utilizamos para mover áridos o transportar mercaderías.
Pero también puede ser un bien de
consumo que nos permita gozarlo sin tener en mente generar plata (de hecho, el
ejemplo propuesto nos hace gastar plata como locos). Basta mirar una fotografía
para darse cuenta que esta “camioneta” (la más grande del mercado) permite
darse un gusto sin tener que cargarla de troncos o algo así.Esta observación
nos permite aplicar la dicotomía referida a otros ámbitos, incluyendo por
cierto, la educación.
Podemos educarnos por placer, por
darnos un gusto, o para obtener herramientas que nos permitan ganarnos la vida.
Existirán carreras que objetivamente parezcan más bien de consumo y
otras de inversión pero al final lo que prima será siempre la motivación
que tuvo el estudiante. Así, Aristóteles ganó bastante dinero enseñando filosofía
(hoy en día sería algo complejo), y hace unas semanas entrevistaban en
televisión a un ingeniero que decidió vivir como mendigo en las calles de
Santiago.Lo anterior implica a lo menos dos conclusiones importantes.
En primer término, que la
educación puede ser un bien de consumo o una inversión, y otra, consecuencia
lógica de la primera, que dependiendo de la finalidad que tenga, puede
significar ganar plata, o gastar plata. Un grupo de niños puede comprar maíz
curagua para hacer cabritas y venderlas, o para hacerlas y comérselas.
Educación.
Un proyecto de inversión como cualquier otro.¿Pero a qué
viene todo esto? Simple. Si es inversión, el proyecto educativo debe llevarse a
cabo solo si es rentable, un ingeniero comercial diría “tiene un VAN positivo”.
Eso implica analizar la demanda por la carrera seleccionada y en nivel de
remuneración típico para los egresados. Si el costo de la carrera es alto y la
remuneración baja, no convendrá estudiarla.
Al mismo tiempo, debe
considerarse el costo de oportunidad… trabajar durante esos 4 o 5 años y
eventualmente meter al banco u otra forma de invertir, las 200 o 300 lucas
mensuales de la carrera. A tal efecto es bueno considerar datos públicos y de
fácil acceso como los que presenta esta página de internet. Lamentablemente este ejercicio tan sencillo y necesario no es usual en
la toma de decisión que lleva a elegir una carrera por sobre otra.
Así encontramos luego personas
que reclaman porque apenas les alcanza para pagar el crédito y como les parece
injusto, no lo hacen.
Justifican este actuar señalando
que la “educación es un derecho” y que por consiguiente debería ser “gratis”
(pagada por otro). Siguiendo la lógica de la inversión, me pregunto si los
mismos que piden que nosotros les paguemos la educación, estarían de acuerdo en
que el Estado le regalase a cada joven de 18 años, una cantidad X (promedio del
costo de una carrera típica) para que ejerciendo su libertad, emprendiese en
vez de estudiar. ¿O acaso el Estado no debería ayudar ahí porque el tipo se
convertiría en un “despreciable empresario”?
La verdad de las cosas es que el
Estado (nosotros) no tenemos por qué financiar algo que no nos beneficia en lo
absoluto, por el contrario, solo implica más impuestos y pagar dos veces. ¿O
alguno de ustedes cree que los beneficiarios de la “educación gratis” les
trabajarán gratis una vez titulados?Por otro lado, si la educación es para
alguien un bien de consumo, difícilmente podría justificarse el que los demás
se la pagasen.
Aún así, existe una enormidad de
becas para estudiar carreras que nada aportan al país, y qué decir a usted o a
mí como personas individuales. Basta echar una mirada a las listas de becas al
extranjero de CONIYCYT, para contabilizar una enormidad de recursos destinados
para alumnos de “Literatura Inglesa”, “Ciencia Política”, “Filosofía” y una
serie de materias que pueden ser muy interesantes pero solo aportan al ego,
conocimientos y satisfacción personal del becario. Resulta llamativo -por decir
lo menos- que exista plata en Chile para financiar doctorados en “hermenéutica
literaria” o “profundización de danza”.
¿Nos
llenaremos de ingenieros en minas y geólogos? Al leer lo
anterior, muchos podrán verse tentados a pensar “entonces, nos llenaremos de
ingenieros en minas y geólogos y habrá pocos profesores y periodistas”. En
efecto, un análisis racional del proyecto educación, que repito, es normal
cuando a uno le cuestan las cosas pero definitivamente superfluo cuando se las
regalan, implica que mucha gente comenzará a preferir las carreras más
lucrativas en desmedro de las menos rentables.
Pero no todo el mundo estudia
solo por ganar más plata, muchos seguirán estudiando carreras menos rentables
por “amor al arte”. Por otro lado, la oferta y demanda son variables mutables
en el tiempo. Si mucha gente decide ser ingeniero en minas, la mayor oferta
determinará que el sueldo promedio baje. Y si de un día para otro casi nadie
estudia periodismo y en algún momento comienzan a escasear, verificaremos el
efecto contrario. Los medios estarán dispuestos a pagar más por conseguir un
periodista.
Nada
justifica la existencia de becas. Mucho se
discute sobre la necesidad de contar con mayor “Capital Humano Avanzado” (un
eufemismo para referirse a personas con capacitación adicional a la de
pregrado). La falta de estas personas explicaría parte de nuestro subdesarrollo
y justificaría la existencia de becas destinadas a tal cometido.
Este supuesto se cae por su
propio peso. Si realmente el mercado requiriese personas con este tipo de
capacitación, existiría una demanda por ellos, lo que se vería fielmente
reflejado en el nivel de remuneraciones que obtendrían una vez titulados. Este
delta en los sueldos permitiría pagar el crédito que permitió financiar el
postgrado.
La verdad dista mucho de la
expuesta. Las cifras demuestran que solo la mitad de los beneficiarios de becas
de postgrado ganan más una vez titulados. Sería bueno por ejemplo saber qué
ventaja representa para Chile la beca que recibe el hijastro del señor Mario
Waissbluth, para estudiar diseño en Estados Unidos.
Si consideramos que el señor
Berlin es dueño de una importante y lucrativa empresa dedicada al diseño de
casas (que no son precisamente para “pobres”) y salones de venta, el escándalo
es mayúsculo. Circula entre la masa ignorante, que usualmente es mayoría, no lo
reconoce y es atrevida encima, la creencia que no existe nada más
“redistribuidor” que la educación gratuita. Sostienen los genios de esta
tendencia que los “ricos” pagarían la educación a quienes no puedan costearla,
porque son ellos los que pagan mayormente impuestos. Esta falacia es fácilmente
refutable.
Los
impuestos no redistribuyen, los pagan los pobres. Para muchas personas, por no decir la gran mayoría, los impuestos son
una excelente manera de redistribuir la riqueza en una sociedad. En efecto,
sostienen que bien planteados, los ricos pagarán más, y los pobres pagarán
menos (o derechamente no pagarán). Un sencillo análisis de la forma en cómo
operan nos permitirá demostrar lo errado de esta postura.
Imaginemos el impuesto a la renta,
el típico tributo que grava lo que la ley define como “los ingresos que
constituyan utilidades o beneficios que rinda una cosa o actividad y todos los
beneficios, utilidades e incrementos de patrimonio que se perciban o devenguen,
cualquiera que sea su naturaleza, origen o denominación”. Este impuesto, que
reconoce diversas variantes, es pagado básicamente por empresas y profesionales
que ganan más de un monto determinado.
La gente “humilde” usualmente no
paga por quedar bajo los tramos de ingresos gravados por el mismo. Eso al menos
en la teoría, porque ese impuesto, es pagado por los pobres. “¿Cómo es posible
esto?” dirá alguien por ahí, “si es un impuesto directo, que debe ser pagado
por la empresa o la persona que genera la renta…”.
La explicación es sencilla. Una
cosa es que el obligado sea el empresario o la persona natural y otra muy
distinta, a que en la práctica el dinero sea enterado por el sujeto pasivo. La
empresa o el profesional incrementan el valor de los bienes o servicios que
ofrecen en idéntica proporción que el impuesto y lo que debían pagar ellos lo
paga el consumidor final (que no necesariamente es “rico”).
De manera tal que subir impuestos
para tener “educación gratis” en nada garantiza que los “ricos” paguen la
educación de los “pobres”, muy por el contrario, si se establece como un
Derecho Universal Garantizado como pretenden algunos, habrá hijos de “ricos”
estudiando gracias a los impuestos que pagan los “pobres”. Podría decirse sin
temor a equivocarse, que una política como la planteada implicaría una
transferencia neta de riqueza de “pobres” a “ricos”.
Lucro, el
chivo expiatorio. Otro mito en el tema en discusión es la culpa del
lucro en la mala calidad de la educación. Esta creencia se repite con una
chulería impresionante y la repiten moros y cristianos. Así, las universidades
estatales, que supuestamente no persiguen fines de lucro, serían mejores porque
reinvertirían el dinero que reciben por concepto de matrículas y mensualidades
en mejores laboratorios, bibliotecas, contratar profesores de mayor renombre,
etc.
En cambio las privadas, ganarían
plata y los dueños la usarían para jugársela en el Monticello, comprarse relojes
de varios millones o tener varias casas en la playa, entre otras inmoralidades
que un verdadero “progre” no puede aceptar (a pesar que llegaron al gobierno
con una mano por delante y otra por detrás y salieron ricos a los 20 años).
La verdad es un poco distinta.
Existen universidades privadas como el ajo y otras muy buenas, tanto o mejor
que las mejores estatales. Los criterios con que podemos calificarlas son
bastante amplios como se desprende de los rankings disponibles. Otra manera de
clasificar las universidades parece ser la famosa “acreditación”, que no es más
que un procedimiento de cumplimiento de normas formales que en poco y nada
garantizan el resultado.
Daría para varias columnas el
analizar el verdadero “negociado” que constituye para consultoras y empresas
relacionadas. El mercado sabe más. Paga mejor a un abogado de la Chile, de la
Católica o de la Adolfo Ibáñez, que a uno de la universidad del chancho. Es
justamente el lucro lo que garantiza calidad cuando los mercados operan
libremente.
¿Se ha fijado en lo malos que
eran los automóviles del “bloque socialista”? Al no existir competencia, ni
mayor incentivo pues la oferta y el precio eran determinados por un burócrata,
las empresas estatales no se esforzaban por entregar mayor calidad. Fuese bueno
o malo el Lada, ganaban los mismo. ¿Qué otra cosa que el afán de ganar más
podría impulsar a un empresario a hacer las cosas mejor? ¿A que opten por su
universidad y no por la de enfrente?
El lucro no es el problema, no lo
es en la fabricación de alimentos, menos en la educación, que como se señaló,
es menos importante (no muero de inanición, luego estudio diría Descartes).Si el
“lucro” no ha funcionado es justamente porque está prohibido. Las universidades
no pueden ganar plata, generar utilidades a sus dueños. Esto ha implicado el
surgimiento de inmobiliarias que le arriendan sedes a las universidades para
lucrar con ello. Nada de malo veo en ello.
La poquedad de los críticos en
esta materia es abismante. Intentan comparar la investigación que llevan a cabo
las universidades estatales, con la prácticamente inexistente en la gran
mayoría de las privadas. Olvidan que el gran mandante de estas investigaciones
es el Estado, ente que difícilmente repara en la rentabilidad de los proyectos
que encomienda, utilizándolos como verdaderas cajas pagadoras de favores
políticos y afines. La inutilidad de estos estudios se demuestra por el absurdo.
Si fuesen rentables, los encargaría la empresa privada.
Conflictos
de interés y representatividad. Por último,
me gustaría “rayarle la pintura” al movimiento. En primer término,
señalar que sus integrantes tienen evidente conflicto de interés, al ser los
beneficiarios directos de las políticas públicas en materia de educación,
actuales y potenciales.
Alumnos que estudiarían gratis y
profesores que ganarían más o tendrían más bonos y regalías de ser escuchadas
sus pretensiones. Si los dueños de las tabacaleras o los banqueros desfilasen
por la Alameda exigiendo algo al Estado, todos los señalaríamos con el dedo por
el mismo problema.
No lo hacen de esa forma, les
gusta más el lobby y financiar campañas políticas, pero igual nos enojamos
frente a tal práctica. Y no es necesario pertenecer a una corriente tan radical
como los que protestan para tener conflictos. No olvidemos que el señor Mario
Waissbluth, autoerigido gurú de la Educación, vive (bastante bien por lo demás)
a costa de proyectos encargados por entes públicos. Sería desconcertante
escucharlo pedir algo distinto que más recursos para la educación pública.
Lamentablemente jamás lo ha
señalado de motu proprio así como tampoco se ha referido jamás a la beca de su
niñito. De hecho, se enoja al respecto y bloquea en twitter cual niño enojado
cuando lo pillan en algo que no corresponde. Algo de ética le quedará… la gente
al conocer estos datos le resta legitimidad abrumadoramente.
Respecto a la representatividad
de los estudiantes, baste señalar que hace casi dos años, se presentó una
candidatura presidencial que proponía exactamente lo mismo que ellos en materia
de educación: gratuita, aumento de impuestos, y renacionalización del cobre.
Tenemos claro que Arrate no logró ni siquiera el 7% de los votos. Estoy seguro
que nadie podría plantear hoy en día que en menos de dos años, la gran mayoría
de la población tiene ese pensamiento. De hecho, consultada la gente de manera
que sopese las consecuencias de una “educación gratuita”, la desechan por
amplio margen.
Palabras al
cierre. Afortunadamente, y luego de meses de conflicto, el
mandamás me hizo caso y ha señalado de una buena vez “nada es gratis en esta
vida, alguien lo tiene que pagar”, o como dirían los norteamericanos, “there
ain’t no such thing as a free lunch”, descartando una reforma
tributaria.Algunos me llamarán fascista (ignorantes, los fascistas son
estatistas y entregan “educación gratis”), individualista, sin corazón, poco
soñador, conservador o lo que quieran. Prefiero llamarme libertario, realista,
racional y científico.
La verdad sea dicha, no existe
manera alguna de “igualar” o “nivelar la cancha” que no pase por ejercer
violencia sobre unos para robarle parte de sus ingresos y darles a otros. Eso y
no otra cosa son los impuestos, y el Estado que los recauda, es ineficiente, en
ocasiones ladrón, y además implica costos de administración enormes.
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¿Puede
existir una educación gratuita y de calidad en Chile?
Sumándonos
a las actividades que se celebran en el marco de la Semana de Acción Mundial
por la Educación 2010, cuyo eje central es el financiamiento de la educación,
quisimos traer al Foro de la Educación Chilena uno de los temas planteados en
dicha instancia, a fin de contribuir al enriquecimiento del debate nacional.
Rosita Camhi
Directora programa social de Libertad y Desarrollo.
1. Entre 1990 y el 2010 el presupuesto creció seis
veces y en 2010 alcanza a $4,4 billones de pesos. El gasto en educación escolar
de básica y media por alumno también ha ido aumentando. Creció 5 veces entre
1990 y el 2008
2. Este mayor gasto ha traído mejoras al proceso educativo y se ha destinado a infraestructura, extensión de la jornada, más textos escolares y material, más bibliotecas etc. También se ha ido ampliando la cobertura de media que es del 80%.
3. El gasto escolar en Chile alcanza a 3,4% del pib/cápita, cifra similar a los países de la OECD. Sin embargo, nuestro sistema educativo ha sido ineficiente en transformar estos mayores recursos en mejores resultados de aprendizaje. Las pruebas SIMCE de medición de la calidad de la educación no muestran progresos en el rendimiento escolar, salvo algunos colegios subvencionados que atienden a niños de sectores vulnerables y que han logrado excelentes resultados.
4. Lograr una educación al nivel de país desarrollado que es a lo que debiéramos aspirar, requiere más recursos. Sin embargo, antes de continuar aumentando la subvención en educación, se debe tener claro cuánto cuesta lograr una educación de calidad y cómo alcanzar los estándares que se ha propuesto la futura agencia de calidad. Lo más probable es que se concluya que la subvención escolar debiera aumentar, pero centrando este aumento en los alumnos más vulnerables, donde hay que hacer el mayor esfuerzo educativo.
2. Este mayor gasto ha traído mejoras al proceso educativo y se ha destinado a infraestructura, extensión de la jornada, más textos escolares y material, más bibliotecas etc. También se ha ido ampliando la cobertura de media que es del 80%.
3. El gasto escolar en Chile alcanza a 3,4% del pib/cápita, cifra similar a los países de la OECD. Sin embargo, nuestro sistema educativo ha sido ineficiente en transformar estos mayores recursos en mejores resultados de aprendizaje. Las pruebas SIMCE de medición de la calidad de la educación no muestran progresos en el rendimiento escolar, salvo algunos colegios subvencionados que atienden a niños de sectores vulnerables y que han logrado excelentes resultados.
4. Lograr una educación al nivel de país desarrollado que es a lo que debiéramos aspirar, requiere más recursos. Sin embargo, antes de continuar aumentando la subvención en educación, se debe tener claro cuánto cuesta lograr una educación de calidad y cómo alcanzar los estándares que se ha propuesto la futura agencia de calidad. Lo más probable es que se concluya que la subvención escolar debiera aumentar, pero centrando este aumento en los alumnos más vulnerables, donde hay que hacer el mayor esfuerzo educativo.
Francis Valverde
Coordinadora ejecutiva Asociación Chilena pro Naciones unidas (ACHNU).
Sí. Puede y debe existir. Chile cuenta con los
recursos humanos y materiales para que el estado asuma su responsabilidad como
garante del derecho a una educación de calidad, frente a todos los niños y
niñas sin importar su origen social.
Si Chile es un país suficientemente desarrollado como para pedir el ingreso a la OECD, debería prestar atención al informe de dicho organismo en 2004, que arrojó que nuestra educación está claramente estructurada en torno a las clases sociales. Un país que, como el nuestro, quiere y puede llegar a ser parte de las naciones que generan propuestas de cambio democrático a nivel mundial, necesita poner énfasis en el mejoramiento de calidad de la educación.
La gratuidad implica que el estado (1) asume la responsabilidad no sólo de financiar vía voucher a los niños y niñas que van a la escuelas, sino también de proveer los recursos para que las escuelas desarrollen un buen aprendizaje; (2) promueve la participación de la comunidad educativa y social que rodea la escuela en su quehacer educativo, asumiendo que la educación es una tarea y preocupación de toda la sociedad; (3) impulsa políticas públicas de formación docente acorde a los tiempos en términos de capacidades sociales que aseguran la permanente profundización de la democracia.
Debemos formar no sólo estudiantes de mucho conocimiento, sino también ciudadanos. Ese mandato requiere ver la educación como un desafío país y no como un medio de lucro de un grupo de personas en el corto plazo. Por eso debe ser gratuita, no debe segmentar, no debe seleccionar, es un derecho humano y un bien social y eso sólo lo puede asegurar el estado.
Si Chile es un país suficientemente desarrollado como para pedir el ingreso a la OECD, debería prestar atención al informe de dicho organismo en 2004, que arrojó que nuestra educación está claramente estructurada en torno a las clases sociales. Un país que, como el nuestro, quiere y puede llegar a ser parte de las naciones que generan propuestas de cambio democrático a nivel mundial, necesita poner énfasis en el mejoramiento de calidad de la educación.
La gratuidad implica que el estado (1) asume la responsabilidad no sólo de financiar vía voucher a los niños y niñas que van a la escuelas, sino también de proveer los recursos para que las escuelas desarrollen un buen aprendizaje; (2) promueve la participación de la comunidad educativa y social que rodea la escuela en su quehacer educativo, asumiendo que la educación es una tarea y preocupación de toda la sociedad; (3) impulsa políticas públicas de formación docente acorde a los tiempos en términos de capacidades sociales que aseguran la permanente profundización de la democracia.
Debemos formar no sólo estudiantes de mucho conocimiento, sino también ciudadanos. Ese mandato requiere ver la educación como un desafío país y no como un medio de lucro de un grupo de personas en el corto plazo. Por eso debe ser gratuita, no debe segmentar, no debe seleccionar, es un derecho humano y un bien social y eso sólo lo puede asegurar el estado.
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Bulnes: “No podemos darle una educación
universitaria gratuita a todos los chilenos”
19 de agosto de 2011 - 11:54 | Por: El Dínamo
El
ministro de Educación sostuvo un encuentro con 20 alcaldes de la región
Metropolitana para abordar la última propuesta entregada a los estudiantes,
especialmente el punto de la desmunicipalización. En la cita también estuvo
presente el Presidente Piñera.
El
Presidente Sebastián Piñera
junto con el ministro de Educación, Felipe
Bulnes, se reunieron hoy con los 20 alcaldes de la región Metropolitana
en el Palacio de La Moneda, para abordar la propuesta del Gobierno a los
estudiantes para solucionar el conflicto
estudiantil.
A
la salida del encuentro, el secretario de Estado dijo que no es posible
brindarle acceso a la universidad de forma gratuita a todos los estudiantes,
porque no es justo que los alumnos de los sectores más acomodados no cancelen
por su educación.
“No podemos darle una educación universitaria gratuita a todos
los chilenos.
Los sectores más acomodados no tienen porque no pagar por acceso a la
educación”, afirmó Bulnes.
El
ministro dijo que con la propuesta presentada por Ejecutivo se planea
beneficiar a los estudiantes de los sectores más vulnerables, mediante un
sistema de becas que no existía en el país, y “darle más accesos a la clase media, en un
sistema combinado de becas y créditos”.
Además,
Bulnes afirmó se asegurará de
que “los estudiantes sean considerados en la discusión de los proyectos de ley
de educación en el Congreso” y que “tengan espacios para
plantear sus inquietudes”.
Sobre
la cita con los alcaldes el ministro dijo que ellos le comentaron sus
inquietudes en torno a la desmunicipalización
de la educación que contempla la reforma educacional y el actual problema del
pago de subvenciones a los liceos en toma.
Bulnes
aclaró que por “regla
general” se va desmunicipalizar, pero que en los casos
excepcionales en donde los municipios hayan mostrados buenos resultados
históricos en educación se les permitirá continuar manejando los
establecimientos educacionales.